viernes, 11 de marzo de 2011

Construyendo nuestra vida


 Mt 7, 21-27

21 No todo el que me diga: ¡Señor, Señor!, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo. 22 Cuando llegue aquel día, muchos me dirán: ¡Señor, Señor! ¿No hemos profetizado en tu nombre? ¿No hemos expulsado demonios en tu nombre? ¿No hemos hecho milagros en tu nombre? 23 Y yo entonces les declararé: Nunca los conocí; apártense de mí, ustedes que hacen el mal.

Roca y arena
(Lc 6,47-49)

24 Así pues, quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a un hombre prudente que construyó su casa sobre roca. 25 Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos y se abatieron sobre la casa; pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca.
26 Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a un hombre tonto que construyó su casa sobre arena. 27 Cayó la lluvia, crecieron los ríos, soplaron los vientos, golpearon la casa y ésta se derrumbó. Fue una ruina terrible.

  • Con mucha facilidad, desde los tiempos primitivos hasta hoy, se proclama a Jesús como «Señor, Señor», pero sin ningún compromiso, ni siquiera con el mínimo de sensibilidad por sus exigencias; esos son los que llenan salones, templos y estadios, y gritan a los cuatro vientos su fe en el «poder» de Cristo, pero cuando vienen las exigencias, las renuncias, el testimonio y los compromisos, se desmoronan como la casa que fue construida sobre la arena (49). Fe, renuncia y compromiso, tres actitudes que tienen que informar la fe del discípulo.