domingo, 10 de abril de 2011

Parábola del Samaritano

«No hay motivo para que haya pobres en el mundo
y espero que llegue un día en que podamos crear
un Museo de la pobreza, de forma que los niños
se pregunten cómo pudo existir
y porqué la aceptamos durante tantos años»
Muhammad Yunus,
Premio Nobel de la Paz 2006




Un hombre bajaba de Jerusalén a 
Jericó
Tomado del nº 172 de Cristianismo y Justicia
Si lo deseas escucha también la canción "Debajo del puente" o "Hacen falta brazos"
(para ampliar el tema descargar Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad)

La parábola de Buen Samaritano forma parte del patrimonio literario y ético de 
la humanidad. El ejemplo del samaritano 
compasivo desborda su contexto religioso 
originario para convertirse en 
referente ineludible de personas
 e instituciones 
dedicadas a vendar las heridas 
de los apaleados y despojados que, en 
toda época histórica, han sido arrojados 
a las cunetas de los sistemas sociales vigentes. 
Como todo relato metafórico, la parábola 
desvela siempre sentidos nuevos 
cada vez que es escuchada. ¿Qué novedad 
aporta un texto narrado hace más 
de dos mil años, a las samaritanas y 
samaritanos del siglo XXI?, la historia de 
aquel hombre anónimo apaleado en 
un pequeño rincón de la Palestina del siglo 
I.

Esta parábola será significativa para el hombre de hoy siempre que consigamos acercarnos a las enseñanzas que la parábola esconde en cuanto narración.


El relato del buen samaritano no sólo 
nos dice lo que hay que hacer con respecto 
al prójimo, también nos indica cómo 
hay que hacerlo. La narración nos 
propone un itinerario pedagógico de la 
acción caritativa, una «hoja de ruta» para el ejercicio de la solidaridad. 



Hoja de ruta

Mostramos a continuación la hoja de ruta 
de nuestro itinerario. Aplicando la 
“rejilla de los tres momentos” al texto 
de la parábola, el lector o lectora reconocerá 
de forma instintiva el mapa por 
el que va a discurrir nuestra reflexión.



HACERSE CARGO


Un hombre bajaba de Jerusalén a
Jericó y lo asaltaron unos bandidos;
lo desnudaron, lo molieron a
palos y se marcharon dejándolo
medio muerto. Coincidió que bajaba
un sacerdote por aquel camino;
al verlo, dio un rodeo y pasó de
largo. Lo mismo hizo un levita que
llegó a aquel sitio; al verlo dio un
rodeo y pasó de largo. Pero un
samaritano, que iba de viaje, llegó
a donde estaba el hombre y, al
verlo,

CARGAR

se compadeció; se acercó a él y le
vendó las heridas, echándoles
aceite y vino; luego lo montó en su
propia cabalgadura,

ENCARGARSE


lo llevó a una posada y lo cuidó. Al
día siguiente sacó dos denarios y
dándoselos al posadero, le dijo:
«Cuida de él, y lo que gastes de
más te lo pagaré a la vuelta».
Lucas 10, 30-35




viernes, 1 de abril de 2011

Desde tu corazón

Mt 6, 5-7
Cuando oréis no hagáis como los hipócritas, que gustan rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse a la gente. Les aseguro que ya han recibido su paga.
Cuando tú vayas a orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre a escondidas. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando oréis no seáis charlatanes como los paganos, que piensan que por mucho hablar serán escuchados. No los imiten, pues el Padre  sabe lo que necesitáis antes de que se lo pidáis.
  Al igual que para la mayoría de las religiones de la tierra, la limosna, la oración y el ayuno eran los tres pilares de la práctica religiosa judía. Pero cuando estas prácticas se institucionalizan y se legalizan corren el riesgo de convertirse en pura rutina, superficialidad e hipocresía. Mateo, a través de las palabras de Jesús, nos invita a purificar toda práctica religiosa a partir del espíritu evangélico como criterio de discernimiento, como hizo antes con respecto a la Ley. Y establece un principio general: las obras de piedad no deben practicarse para ganar prestigio ante los demás, posición de poder o privilegios.Llama comediantes, hipócritas, charlatanes, a los que exhibían sus rezos y sus ofrendas al son de trompetas en las esquinas y en las plazas o desfiguraban «la cara para hacer ver a la gente que ayunan» (16). Es una crítica mordaz al eterno problema del fariseísmo, enfermedad que puede atacar a todos.


Para orar 
 * Ponte en la presencia de Jesús y déjate mirar por Él
 * Mira dentro de ti
 * Piensa en aquella actitud que consideras signo de su presencia
 * Termina con la oración del Padre Nuestro. Esta es la oración que nos transforma el corazón según el Reino.